Muchas son las cosas asombrosas pero nada es asombroso que el hombre. Posee la habla y el pensamiento rápido como el viento, y todas las restantes mañas con las que se puede organizar una ciudad. Penetrante basta mas allá de lo que caprichosamente podríamos soñar en su fértil habilidad, sea para el bien sea para el mal. Cuando honra las leyes de su país y mantiene la justicia que ha jurado ante los dioses respetar, se yerga orgullosamente en la ciudad, pero no tiene ciudad quien, atolondradamente se enfanga en el delito
Sófocles, Antígona
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